lunes, 12 de mayo de 2025

Una presencia

            Tiene que haber un demonio en esta casa. Un maléfico espíritu obsesionado conmigo, que se nutre de mi llanto y se satisface al verme en la cama. El dueño de la canilla que de fondo deja caer un hilo de agua, el responsable de este olor a nada, del aura de ausencia, eso que me espera arremangado a que llegue para darme una trompada apenas abro la puerta.

            
            Tiene que haber un shinigami, o alguna vibra nociva. De lo paranormal sé muy poco, así que, con más razón, estoy seguro de que hay una fuerza mayor que es tan poderosa que ignoro sus métodos, sus síntomas, su funcionamiento. Y me hace violencia, está presente antes de que llegue. Incluso dos horas antes de que sea la hora de volver a casa ya estoy pensando en sus trucos, en de qué forma me va a vencer hoy. Y me paso esos últimos 120 minutos fingiendo que estoy contento de reencontrarme con este cazador invisible.

            Es tan profesional que sabe lo que le afecta, por eso se mete en mi cabeza: para evitar que prenda un sahumo, para que no quiera invitar a nadie, para que me bajonee el solo hecho de agarrar el teléfono y dirigirme a cualquier persona. Logra, siempre que entro a casa, convencerme de que no le importo a nadie y de que sea a quien sea que le consulte por mi existencia le estoy siendo inoportuno, molesto. Que soy prescindible.

            Me persuade con que estoy muy cansado, me obliga a no organizar nada espontáneo porque mañana arranco temprano, me dice persistentemente que no puedo salir porque tengo que cuidar mi plata, y así me tiene paralizado frente a la pantalla, o frente a la pantallita, o mirando de frente al cielorraso de la pieza, paralelo a él, a veces lagrimeando. Y entonces viene, me acaricia el pelo y me roba el sueño, mis sueños.

            
            No sé cómo pelear contra él. Creo que es más antiguo que yo. Quizá fue invocado en esta casa y por eso está enlazado a alguna losa del parquet. No puedo enfrentarme a él, es más fuerte; no puedo amigarme, me destroza; no puedo discutirle, no escucha. Solo puedo huir o, cuando no tengo un destino que me abrace, llorar y decirle que, por hoy, ganó.

miércoles, 7 de mayo de 2025

Nada garantiza nada

No lo puedo creer.

        Ni ganas de escribir, ni de morir, ni de respirar, ni de existir. No encuentro nada en mí. No hay nada. Sin ella no hay nada. Sin ella no hay nada. No quiero nada sin ella. Pero ahí está, no queriendo nada conmigo. Bah, queriendo pero no pudiendo. Sufriendo conmigo. Queriendo estar bien, estando mal. Doliéndole pensar en mí. 

No gustándole yo. No viendo su futuro conmigo. Viendo un futuro que le gusta más. Sin mí. Siendo linda sin mí. Siendo más linda, sin mí. Viéndome como lastre. Viéndome como atrasado. Inconscientemente creyendo que ya no le puedo aportar nada más. Que ya no puede obtener nada de mí. Echándome de su vida una vez obtuvo lo que necesitaba de mí.

Nada garantiza nada. No hay palabra que la haga volver. No hay persona que haya muerto de angustia, ni humano que no se haya devenido en líquido por los ojos. No hay mal que dure cien años, no hay encanto que le haga devolver la atracción, no hay acción mía que le guste. Nada de lo que soy sin ella le parece oportuno, deseable. Ninguno de mis cimientos hacen una vida en conjunto con su personalidad. Nada de lo que me edifica le parece admirable. 

"Ya está, habrá otra". Yo la quería a ella. La quiero a ella. No quiero pensarme en este momento saliendo así como así. "Bueno fue, si no es una es la otra". No, no quiero ser así de empírico, aunque la respuesta sea esa. No coincidimos, hicimos lo que pudimos, no pudimos más, hasta la próxima. Ya sé. Pero no hay palabra que sane. Ni ganas de escribir, ni de morir, ni de respirar, ni de existir.

jueves, 1 de mayo de 2025

No estás

        ¿Cómo hago para llorar? Tengo una mujer atravesada en mi garganta, que no es una mujer sino mi novia, que no es mi novia sino alguien a quien pertenezco y que no me tiene. No hay canción que alcance, todas tienen ocupado su cupo de llanto, tienen a su identificación marcada con el sello de la tristeza curada, y ahora el arte me deja solo con este dolor que no conozco. 

Necesito que estés acá para llorar, para llorar con vos, pero justamente quiero llorar porque no estás. Nunca estás. No te puedo pedir nada, no te puedo ofrecer nada, no necesitás nada de mi, no me das nada. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que te moleste la obligación de ser novios? ¿Cuánta tolerancia te va a rebalsar para que ya no quieras salir de tu rutina para visitarme en mi asilo? ¿Qué va a ser lo que tapie la única ventana que te queda para verme? Porque entraste muchas cosas nuevas a tu casa y tu casa no puede crecer, el espacio es el mismo, y a las cosas nuevas las necesitás. Y un día voy a ir a visitarte y voy a encontrar mi ropa en el marco de la ventana porque no me vas a tirar a la calle pero te urge tener más lugar en el ropero. 

Te vi hacer tu camino, fuimos dos pavimentando tu calle, ese lugar al que odiabas llegar. ¿Te acordás de que no tenías ni un espejo en tu casa porque odiabas verte? Yo estaba ahí. Y estuve cuando te animaste a tener uno. Y me puse feliz por verte así. Te quisiste hacer un tatuaje que llegaba hasta tu mano, sabías que iba a quedar bien pero no sabías si el mundo te iba a cerrar la puerta, y me aseguré de que sepas que pase lo que pase al menos yo iba a estar ahí. Y te encantó el resultado. Y me puse feliz por verte así. Quisiste arrancar la carrera que querías estudiar, darte otra oportunidad de encontrarte, pero no sabías si te iba a dar el tiempo para todo, y me aseguré de que puedas contar conmigo. Y ahora amás ese espacio nuevo, amás lo que estudias, y estoy recontra feliz por vos. 

Ahora estás radiante, hermosísima, completamente feliz, y sin mí en ningún lado. ¿Y qué iba a hacer yo? ¿Ponerme como protagonista de algo en tu vida para asegurarme de que no me desplaces? ¿Pedirte que me hagas una gruta en la vereda para que me reces todos los días? Quise hacer cosas por mí porque hay vida más allá de vos, es cierto, y ahora hago deporte, tengo amigos de nuevo, escribo, hago música, pero seguís sin aparecer. Yo soy más feliz, pero sigo sin vos. Creí que así no iba a pensar tanto en vos, pero confundí el problema. El problema no es pensar mucho en vos, el problema es que ya no estás. Y encima no puedo llorar.

Ya no tengo lugar en tu vida, ¿y ahora qué mierda hago?

Zanahoria

          Si tuviera los huevos de transcribir las historias que me invento y hacerme cargo de ellas estaría siendo, al menos, un poco recon...