viernes, 31 de marzo de 2023
Ilusión (o espera)
jueves, 30 de marzo de 2023
El éxito
¿Podés creer? Estoy acostado mirando el techo de mi casa.
Que no es casa. No es nuestra casa.
Es mi casa.
Escuchar música tranquilo (porque ya tengo abono en el celular), mirar por las ventanas (porque tanto en el balcón como en la ventana de la pieza tengo una vista preciosa), pensar en música, escribir, salir con amigos...
Todo se transformó, se agrandó, ocupó dinámicamente, como un globo que se expande por todo el espacio que las paredes le dejan, mi vida y mi tiempo.
Y me va re bien en el laburo. Y siento que me merezco lo que tengo. Y no me conformo. Y amo. Y río, sin obedecer al kitsch del momento.
Estoy bien.
Estoy tan bien, tan en paz, que a veces me doy, me puedo dar, el lujo de acostarme a mirar el techo y escuchar música. Y entonces, en paz, sin tener urgencias que cubrir, sin tener nada que me quite el sueño, te pienso y digo que no puedo creer que nos hayamos separado.
lunes, 6 de marzo de 2023
La lanza
(...) te podría haber hecho reír. Te podría dar un amor gigante. Podríamos haber hablado de psicoanálisis, ponele. Te habría escuchado con fascinación en lo que sea que cuentes, ese misterio que guardas y que desconozco. Hubiera sido genial.
Porque los dos nos gustamos.
No me habría cansado nunca de decirte lo hermosa que sos.
Estaba dispuesto a morir por esto. Hasta me imaginé enganchados, y vos preguntándome cuánta seriedad puede tener mi amor si recién me separé. Y me imaginé diciéndote que sí, que en algún momento iba a sufrir un lanzazo que me atraviese la espalda y el corazón, pero que estoy dispuesto a comérmelo por vos, si es que querés quedarte, y que si te vas lo entendería, y si sigo vivo después del lanzazo te amaría por siempre.
Y bueno... Si el lanzazo me mata, mi muerte habrá valido la pena. Porque definitivamente me muero por vos.
Pero me descartaste. Cómo duele, taladra, aniquila.
domingo, 5 de marzo de 2023
Campanazo
Sonó una campana y me sobrevino verte feliz.
La noche.
Las noches volviendo de El Cairo, esas en las que la iglesia, abruptamente, señalaba una nueva hora y daba inicio a la magia de la fantasía, a la hora de los cuentos.
Todas las calles duelen el doble. A las obvias las tolero, estoy preparado para pasar por donde viví y fingir que la cuadra me da lo mismo. pero hoy doblé en Sarmiento y mi interior quedó vacío de voluntad, se redujo a cenizas escuchándote contarme que esa era tu calle favorita.
Este campanazo me hizo recordar que no estoy preparado para olvidarte, para enamorarme, para buscar a alguien. Que es impredecible lo mucho que te amo, que todavía me encantaría que haya sido distinto, que todavía me duele la neurosis de verte feliz. Odio la necesidad de hacer de tipo duro sabiendo que tu percepción atraviesa toda máscara y que mis neuronas, mis ganas y mi tracción están anudados a tus mañas, a tu belleza, a tus palabras.
Me muero de ganas de ir más allá de vos. Pero no puedo, no es momento tampoco.
Nunca será momento. Simplemente ocurrirá.
Hasta ese entonces, juego a imaginarme que sos fácil de reemplazar, en esos momentos en que mi ansiedad por ver a Liza resuena en todo el barrio y, sin embargo, solo queda la frialdad de la leve existencia.
Zanahoria
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